Si el amor te aprieta, no es de tu talla

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Y ahora mismo me encontraba queriendo salir del hoyo tan profundo en donde había caído, queriendo resolver mi vida de una porque ya la había arruinado bastante, que ilusas somos al cometer uno tras otro error, en nombre del amor. Que ingenuas somos cuando fantaseamos tanto al grado de no poder distinguir más la fantasía de la realidad y todo por obtener la historia más bella y el cuento perfecto que desde niñas nos vendieron, idealizando todo incluso a quien está con nosotros, llenando nuestra historia con más imaginación que verdad, sacrificando un sinfín de cosas por miedo a quitarnos la venda de los ojos; nuestra felicidad, el quien somos realmente, la dignidad y a nuestro corazón, permitiendo que lo rompan con la esperanza de que sea reparado pero no, al final, este termina totalmente destrozado y nosotras nos dejamos caer y hundir tanto que creemos que del hoyo no podremos salir jamás.

 

Yo también me enamoré al grado de que ese amor me calara en los huesos y sentir un millón de mariposas revolotear en mi vientre. Me enamoré con la idea de que sería para siempre aun cuando había focos rojos que me alertaban todo lo contrario. Me enamoré y por un par de lindas palabras entregué todo sin medida; mi corazón, mi amor, mi esencia y mi ser.

Me enamoré profunda y realmente, de alguien a quien en definitiva no conocía del todo porque precisamente las emociones me comenzaron a cegar. Construí enormes castillos en el aire y me tragué promesas que nunca se harían realidad.

Comencé de a poco a hacer todo lo que tenía a un lado; mis sueños, mis anhelos, mis planes y mi futuro, pensando que podría volver a comenzar pero con él.

Fui tan sincera y leal que nunca llegué a pensar que me fueran a apuñalar, no vi sus defectos y si los miré, los pasé por alto, y aunque sé que somos humanos y que todos los poseemos, los de él me destruirían tarde o temprano y eso no lo vi.

Cerré mis ojos y mis oídos ante las críticas y señalamientos de los demás. Me sentí fuerte e indestructible por aguantarlo todo, todo por pensar que me bastaba su amor. No me daba cuenta que estaba pasando precisamente por encima de mis principios y que tarde o temprano, todo por lo que luché, todo lo que cambié, todo lo que le di, se iría directamente al carajo.

Lo complací y lo amé al grado de quedarme sin nada para mí. Le perdoné cada uno de sus fallos, con el tiempo, estos cada vez eran peores y en lo mínimo que yo me llegaba a equivocar, era sentenciada a un castigo fatal. Me tragué sus mentiras, no quise ver cuánto se equivocaba y si él era quien estaba mal, al final terminaba pidiendo perdón yo y yo, por no perder su ¨amor¨. Me caí tantas veces y jale tanto el hilo que al final terminé sumergida en la tristeza y el dolor, acabé sin nada, ni siquiera dignidad, permití tantas veces que la pisara que de esta no había rastro alguno. Dejé que me manipulara y moviera mis hilos a su antojo y todo por las migajas de un sentimiento mediocre pero al final comprendí, el problema no era él, el problema era yo y mi falta de amor.

 

Me compré un mal concepto de lo que es el amor y lo sacrifiqué todo pensando que al final él se daría cuenta de cuanto lo amaba pero al final sólo pude darme cuenta de lo poco que me amaba yo. Me olvidé de mí por pensar siempre en él. Dejé de vivir para mí por vivir para él. Me corté las alas y con mis plumas hice más fuertes las suyas y al final, al final sólo obtuve fracaso, sueños rotos, limitaciones, frustraciones, dolor, resentimiento y un corazón hecho pedazos.

Al final me quedé tan rota que no sabía de qué manera coserme, toqué fondo y estuve a punto de ahogarme en mi propio llanto pero al final pensé ¿por qué si yo fui quien dio todo, por qué yo soy quien debe terminar tan mal? Yo no fallé, a mí me fallaron y eso no lo pude ver hasta que llegué a mi límite de tolerancia de verme tan mal, tan decaída, tan destrozada.

No es fácil ponerse de pie y tratar de superar, requiere de mucha valentía perdonar a quien nos hiere pero era eso o perderme totalmente, y con las ruinas que quedaban de mi me levanté para volverme a reconstruir.

 

 

No soy perfecta y nunca lo seré, continuaré cometiendo errores pero nunca más el de perder mi esencia, mi dignidad, el dejarme pisotear u olvidarme de mí. De ahora en adelante me querré bonito y mucho, mucho para que nadie me convenza jamás de que merezco migajas, un amor a medias, cobarde o mediocre. Me querré tanto de tal manera que mis expectativas sean tan altas que quien me pretenda enamorar, sepa que debe esforzarse bastante. Me querré más de lo que me han querido, sólo así acabaré por comprender que cuando el amor te aprieta es porque no es de tu talla y lo mejor en esos casos es simplemente dejar, superar y olvidar.

Ahora comienzo nuevamente pero con la firme convicción de anteponer mi amor propio ante cualquier situación. Hoy le digo adiós al llanto, hoy comenzaré a sanar mis heridas y levantaré los pedazos de mi corazón para armarlo de nuevo y reforzarlo. Hoy me amaré y a partir de hoy le diré NO al amor que no sea de mi talla. Hoy soy una mujer nueva y libre.

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)

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