Te la pegas de ¨cabrón¨ y terminas siendo un perdedor

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Los hombres de verdad, no juegan con muñecas ni rompen corazones

Y ahora es que recuerdas cuando la buscabas de manera insistente, le endulzabas el oído con palabras hipócritas y llenas de falsedad, le hacías mil promesas que nunca habrías de cumplir y cariños que ni de loco, podrías sentir. La hechizaste, la convenciste y la devoraste, su ingenuidad la hizo ser presa fácil. La envolviste con tus encantos y le mostraste tu mundo, le hiciste creer que ella también ahí podía pertenecer pero ¡no! Tú no la querías ni pensabas serle fiel. Solo la hiciste sentir parte de todo por placer; la llenaste de mensajes, llamadas y palabras dulces, la hiciste sentir especial y le bajaste las estrellas a sus pies y ¿para qué? para que si con ella no te pensabas establecer, si al final de cuentas terminaría descubriendo que solo era una más de tu lista, te faltó decirle que aquellas palabras se las decías a otras más y que el aferrarte a conquistarla solo era parte de tu malvado plan.

¿Acaso se sintió bien enamorarla y dejarla? ¿Acaso eso te hizo sentir más hombre? Pero al final de cuentas tu que te las pegabas de cabrón terminaste demostrando ser todo un perdedor, de esos que no merecen el perdón.

¿Recuerdas como la provocaste, la sedujiste y la hiciste a tu manera? Pero se te olvidó decirle que en tu cama ella era una más… si, una más con la que te acostabas, a la que engañabas y con la que jugabas. Una más a la que le hiciste falsas caricias y tontas promesas, una más a la que elevaste al cielo y apenas te aburriste la dejaste caer, una más que lograste estuviera a tus pies y cuando lograste… una más a la que ya no quisiste volver a ver.

Por un tiempo atendiste sus llamados y la buscaste a diario pero se te pasó decirle que tarde o temprano te habrías de enfadar y sus llamadas ignorar. Se te pasó el detalle de confesarle que eres un cobarde, que ella no te gustaba tanto y que en realidad, nunca te habrías con ella de estacionar, que tu vida era así; andar por ahí de picaflor y que en definitiva nunca creerías en el amor. Se te olvidó decirle también, que no había nada de malo en ella, que en realidad todo lo malo estaba en ti, que te hacía falta madurar y aprender a amar. Pero no, te dedicaste a hacerla sentir única mientras era una más en tu larga lista de ilusas, de esas a las que enamorabas, usabas y desechabas apenas te pasaba la sensación como quien tiene un nuevo juguete y después de un tiempo pierde la diversión.

¿Por qué nunca te a sinceraste y le confesaste que solo jugabas?  A algunas mujeres también les gusta jugar, incluso en ocasiones se saben divierten aún más cuando tienen claro que no se deben enamorar. ¡Pero demostraste que nos los tenías bien puestos! No te cansaste de jugar al amor y pretender ser el ganador. Jamás pudiste dejar tu egoísmo a un lado, fuiste tan egoísta que solo pensaste en ti sin importarte cuanto la habrías de herir. Sin importar tu edad, continuaste pensando cuan valioso era el placer carnal. Nunca te permitiste sentir, tú sólo sabes de herir y huir.

Y después de pegártelas tanto de Don Juan, de hacerla sufrir y llorar, después de mostrarle su suerte y desaparecerte, después de llamarte día y noche, de suplicar volver a saber de ti, de pasar noches en vela esperando tu regreso y de necesitarte por días completos, finalmente te superó, si mi amigo, ¡ella logró dejarte atrás! Logró pasar la página y en ti no volver a pensar. Tú le enseñaste lo que definitivamente no quería más en el amor y de manera inesperada apareció alguien que se ganó su corazón. Él ha sabido llenar perfectamente tu lugar, con dulzura, detalles y verdad, ha logrado llegar en donde tú nunca debiste estar.

Y ahora es que recuerdas cuánto daño le hiciste, ahora es que la ves con esos ojos que nunca quisiste. Ahora no puedes con los cargos de conciencia, ahora la buscas para verla de lejos aunque ella no te vea. Ahora te duele el ¨corazón¨ al saber que a otro le entrega su amor. Ahora recuerdas aquellas noches en que te entregó su piel y tú solo buscabas placer. Ahora lamentas tu gran estupidez pero ya es tarde porque ahora ella está con un hombre de verdad, esos que si saben valorar y amar a una mujer, una mujer que tú nunca habrás de merecer.

Ahora ella es feliz y tú, que te las pegaste de cabrón, demostrarte ser todo un perdedor que no sabe de amor…

Ninguna mujer es una muñeca con la cual pueden jugar. Tampoco son un trofeo y todo en su debido momento se habrá de regresar. Quien la hace hoy, la paga mañana. ¿En verdad vale la pena no hacer las cosas bien por un momento de placer?

 

Autor: Stepha Salcas (Diario De Una Bipolar)

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