Ella era escarcha, pero en alguna parte del mundo se encontraba el sol que la derretiría

Ella era fría y no precisamente por falta de sentimientos sino por todas las decepciones que le habían tocado vivir. Muchos solían decir por ahí, que la soledad y la amargura habían endurecido su corazón y es que nadie se detenía a indagar en su interior. Su carcasa no los hacía sospechar, que ella había amado antes y que su capacidad para hacerlo era impresionante, incluso deseaba volverse a enamorar pero de un hombre de verdad que le quisiera amar.

Algunas personas piensan que el amor falla y duele pero no es así, quienes fallan son las personas que no saben amar o no están preparados para el amor y lo que duelen son sus acciones. El amor es el mejor sentimiento que puede existir pero lamentablemente muchos son incapaces de sentir. Y a decir verdad uno no puede atribuirles a los demás las decepciones, el error fue de ella porque dejaba entrar a cada patán a su corazón sin que estos hicieran el mínimo esfuerzo.

En el pasado ella era de esas mujeres que dan todo a manos llenas. De esas manzanas que están en lo más alto del árbol y que solía mirar como nunca era elegida, solo las que solían estar más debajo. Se preguntaba una y otra vez si algo estaba mal con ella, cuando la realidad es que no, nada estaba mal, ¡ella era realmente asombrosa! Desafortunadamente su altura asustaba a todos aquellos que se acercaban. Un día erróneamente decidió bajarse para ser alcanzada con facilidad y fue elegida no una sino muchas veces. Cometió error tras error. Poco a poco rasgó su corazón y aun así continuó situándose en la misma posición, así que la escena una y otra vez se repitió.

Pocas personas entienden que el amor es de dos, ella lo hacía todo por ambos; llamaba, buscaba, conquistaba y demostraba todo su amor, a la larga se fue desgastando sin obtener nada a cambio, solo migajas. Y al final, quedó tan vacía como nunca hubiese imaginado, vacía y echa de pedazos.

Sin importar cuales fuesen sus cualidades, sus relaciones siempre terminaban igual. Acumuló muchos fracasos porque se empeñó en seguir el mismo patrón de hombre, esos que únicamente se aman a sí mismos, de los que disfrutan ser amados pero no saben amar. A esos que los supera su egoísmo, que no piensan más que en ellos mismos y que son expertos en fallar.

Y cuando más destrozada estaba, reunió fuerzas y juntó sus alas, se prometió no volverse a fallar…

Ella terminó cansada de tanto tropiezo, de tantas lágrimas derramadas y noches en vela sufriendo su amarga pena. Volvió a armar su corazón y se posicionó en lo más alto del árbol de donde nunca se debió de haber bajado.

Por noches recordó cada tropiezo y se culpaba de ello. Trabajó constante para por fin perdonarse todo lo que permitió que la hirieran. Luchó contra la rabia y el dolor de haberse entregado completa y de haber pagado un alto precio solo por no estar en soledad. Y después de perdonarse, aprendió a amarse y valorarse. Entendió que nunca hay que conformarse y menos en los terrenos del amor. Se reconstruyó ella misma y poco a poco sanó sus heridas; ella no se volvió fría por decisión sino por elección. Ella se prometió no volver a permitir que alguien la lastimara.

Ahora ella ya no demuestra más sus sentimientos aunque los sigue teniendo. Ella ya no baja su valor solo por ser alcanzada y es que ahora ella se ama. Sabe que si alguien es para ella tarde o temprano llegará y escalará hasta su lugar. Ahora ella solo aceptará a un hombre que si sepa amar, de esos que sin tocarte logran erizarte, de los que hacen vibrar tu corazón y te enamoran no con palabras sino con acciones. Ahora ella sabe que la felicidad se encuentra principalmente en uno mismo y que tal responsabilidad no se le debe atribuir a alguien más. Ahora ella ya no baja la guardia y no expone su corazón. No es la mujer de antes aparentemente pero si alguien la logra conquistar, obtendrá a la mejor mujer que no imaginó jamás.

 

Algún día ella abrirá de nuevo su corazón y se entregará por completo al amor, pero por el momento ella es escarcha, sino eres el sol que la derretirá entonces no irrumpas su tranquilidad.

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)
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