Él no estaba con la mujer correcta

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Le quería, se notaba que le quería pero también se notaba que no la amaba. Se esforzaba, de verdad lo intentaba pero no tanto como ella deseaba.
Ante los demás parecían la pareja ideal, tan distintos, el complemento perfecto para engranar.
Ella solía ser la más amorosa con él, él más que nada cuando necesitaba calor para su piel.
No tenían los mismos gustos, ella era más de leer, él de perderse en el rock y en esos juegos de carreras que a ella no le daba por entender.
Ella un torbellino, él el ser más pacífico. Ella la más sentimental, él una roca difícil de penetrar.
Pero cuanto lo amaba…, ella se desvivía por él. Le atendía, le mimaba, le cuidaba y él se esforzaba por corresponder pero si bien el amor es una correspondencia jamás debería sentirse como una obligación y él sentía un poco de culpa porque en el amor que le daba había un poco de ello. Estaba ahí pero la realidad es que también no estaba.


A veces parecía tan ajeno, tan distante, tan de otra parte y eso que su corazón jamás había tenido dueña antes pero aún así no podía entregarse cien por ciento a ella, no importaba lo que ella se esforzara, él no le pertenecería jamás y si, es verdad que las personas no somos objetos y no es que debamos pertenecernos, pero, creo que entienden lo que trato de decir, ese sentimiento que provoca saber que pase lo que pase ese alguien siempre estará ahí, a nuestro lado, sujetándonos la mano, a diferencia de ello ella sentía tambalearse con más frecuencia, con el tiempo poco a poco se iban soltando de la mano y ni un y mil intentos parecían tener un efecto contrario.
Las peleas, los desacuerdos, los desalientos y las decepciones comenzaron a aparecer, los fallos, las mentiras, los sinsabores, tomaron mayor protagonismo y aunque ella solía dejarlos pasar, luego de un par de palabras bonitas que él casi a la fuerza solía soltar, volvían a su normalidad, una normalidad que a la vista la mantenía con vida pero por dentro agrandaban cada vez más su herida.
¿Por qué nos complicamos tanto la vida y no podemos amar por igual a quién nos ama sin medida, a quien por nosotros y sin pensarlo darían su vida?


Ella pasaba día y noche planeando un futuro con él, él pensaba en riquezas que añoraba tener, cuando la mayor riqueza la tenía a su lado, pero es que jamás sabemos lo que tenemos hasta que lo vemos con alguien más, aunque ni eso le solía preocupar, él pensaba que ella estaría mejor con alguien más, ella no se miraba en otra parte porque los brazos de él se habían convertido en su hogar.
Y pese a todas las diferencias su habitación solía ser testigo de esas noches que parecían no tener final, esas noches en las que el mundo no parecía importar, en las que se convertían en uno solo y él le hacía promesas que en el fondo sabía jamás habría de cumplir, pero ella las creía, las creía y en su interior no paraba de sonreír, dormía en sus brazos con una sonrisa, ignorando que tarde o temprano él la haría trizas.
Pero cabe resaltar que él no era el villano, el villano era cupido por flecharlos mal y es que ella estaba con el amor de su vida, él con su ¨por mientras llega la indicada¨ que lo sacaba de la rutina y le enseñaba a disfrutar la vida.
Si, él no estaba con la mujer correcta, lo más triste de todo es que esa mujer… era yo y en el fondo creo que lo sabía, aun así, continuaba complicándome la vida… sus besos lo valían.


Escrito por: Stepha Salcas
© ᴅᴇʀᴇᴄʜᴏs ʀᴇsᴇʀᴠᴀᴅᴏs
LIBRO A LA VENTA ¨LA VIEJONA AGRIA: AMAR EN TIEMPOS DE COBARDÍA¨.