No sabía cómo irme, pero irme estaba en mi mente noche y día. No era una idea que se me había metido de repente, de hecho, si de mí hubiera dependido jamás la hubiese dejado entrar a mi cabeza.
No sabía cómo irme, pero lo haría. No sabía fecha, ni hora, pero había llegado a ese punto del ¨no retorno¨, estaba segura y convencida de que no habría un futuro juntos ni un final feliz.

Podrán decir ¨si ya era una decisión tomada, ¿por qué no simplemente hacer las maletas y marcharte?¨ y más de una vez me lo he preguntado también, pero es que, ¡joder!, temía tanto que después de él no llegara nadie más, siendo sincera me aterraba la soledad, pero irónicamente en ocasiones estando él justo a un lado de mí, me sentía sola, muy sola, y eso era peor a de verdad estarlo.
Temía no saber qué hacer con mi vida, sentirme y que me señalaran como ¨fracasada¨, decepcionar a mi familia y amigos, mismos que lo adoraban, temía quedar como la ¨mala¨, que no entendieran mis razones aunque temía más tener que darlas.
Incluso temía que después de él llegara alguien más, iniciar de nuevo con todo el protocolo de las citas, los mensajes y llamadas en la madrugada, el primer beso, las primeras caricias, los primeros momentos bochornosos, la primera tomada de mano, la primera pelea y todo eso que uno vive al inicio de una relación, ¡en serio me daba muchísima pereza comenzar otra vez!
Temía no encontrar a alguien como él, y sí, me contradigo porque, ¿para qué quiero a alguien como él si por algo lo estoy abandonando?, pero es que, aunque suene tóxico no podía vivir con y sin él, se había vuelto mi complemento, mi alma gemela, el tornillo que le hacía falta a mi cabecita siempre revuelta, él era justo lo que yo no buscaba pero que terminó encontrándome y desarmándome, era ese alguien por el que yo había renunciado a mi paz, el único que me ponía a temblar, el único con el que quise formalizar y con quien soñé una familia formar.

Pero luego comencé a verme más triste que feliz. A veces lo ignoraba y pensaba que el amor era así, que tenía sus altas y bajas pero cuando son más bajas, definitivamente no puede ser amor. Comencé a mirarme sin brillo en los ojos, a notar mi voz apagada, a sentirme ignorada, arrumbada en el cajón de los objetos que no quieres tirar porque piensas que en algún momento te pueden servir para algo pero ese momento no llega jamás. Me sentía tan desvalorizada, todos mis sueños se estaban quedando atrás, en el olvido, todos los planes que idee con él se habían ido, era momento de irme también pero
…no sabía cómo irme, sin embargo, tenía muy clara una cosa: tarde o temprano me iría y no habría poder humano que me hiciera voltear hacia atrás.
Escrito por: Stepha Salcas
© ᴅᴇʀᴇᴄʜᴏs ʀᴇsᴇʀᴠᴀᴅᴏs
LIBRO A LA VENTA ¨LA VIEJONA AGRIA: AMAR EN TIEMPOS DE COBARDÍA¨.