Me fallé mil veces a mí, por no fallarte a ti.

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Acostumbraba mirar con el rabillo del ojo a aquellas personas que cambiaban su forma de ser cuando estaban con alguien más, siempre les llamé los camaleones infelices, porque necesitan negarse a sí mismos para poder agradar a los demás, o al menos eso es lo que ellos creen, porque seguramente si tuvieran el valor de mostrarse tal como son, serían apreciados por las personas correctas y serían más felices siendo sinceros con su forma de pensar, sus gustos y su personalidad.

Dicen que cuando te jactas de que nunca harás algo el destino conspira para que aprendas la lección, dicen que cuando levantas tu mano para señalar a alguien debes tener cuidado porque tu señalas con un dedo a esa persona pero tres de tus dedos te están señalando a ti, a veces somos soberbios y creemos que no seremos presa de aquellos errores que en las otras personas parecen tan evidentes que incluso molesta verles caer una y otra vez en el mismo error.

Pero la vida que es un maestro eficiente tenía preparada mi lección, tenía preparado un encuentro amoroso en el cual llegaría hasta mis propios límites por amor, me haría sentir por primera vez en mi vida como alguien que no merecía aquel compañero que parecía tan superior a mí en todos los sentidos, que brillaba tanto que me dejaba deslumbrada, que me hacía sentir insegura y pequeña a su lado y que me haría sentir un miedo terrible de ser abandonada por él, y exploraría en carne propia esa desesperación que se puede sentir cuando hay alguien que amenaza con marcharse si no eres capaz de cumplir con ciertos parámetros o condiciones.

No puedo engañarme, me di cuenta desde el comienzo que estaba a punto de cometer aquellos errores que yo me había dedicado a señalar, pero traté de convencerme a toda costa que no era igual, que si este hombre que tenía a mi lado era tan pero tan bueno, sus exigencias serían lógicas y positivas para los dos, quería parecerme a él lo más posible y sobre todo quería ser digna de estar a su lado, quería su aprobación sin importar el precio y el precio realmente resulto muy caro.

Terminé negando todo aquello que yo realmente era, contradiciéndome hasta en las cosas que consideraba más importantes en la vida y me sentí tan vacía, tan triste, tan poca cosa, que no sabía cómo seguir con mi día a día, terminé por entender que él no me quería a mí, solo deseaba “mi embace”, solo le gustaba por fuera, porque él quería cambiarme por completo en todo lo demás, así que en momento de cordura y reuniendo las pocas sobras de amor propio que me quedaban, decidí terminar con él, eso fue lo único que hice en toda esa locura de lo cual me puedo sentir orgullosa, y aprendí a dejar de mirar en la vida de las otras personas, porque todos somos capaces de cometer el error que sea cuando se nos llega por nuestro punto débil.

Autor: Sunky