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El adiós a un amor que duró mucho tiempo

Recuerdo que el mirarte a los ojos me erizaba la piel, tu sonrisa provocaba en mí un suspiro interno que me enseñaba que existía otro tipo de libertad.Aquellos juegos, las bromas, discusiones por ver quién quería más al otro y yo siempre ganaba. Siempre ganaba.

Amaba la forma en que los demás nos miraban, como una bonita pareja y eso éramos, así nos sentíamos porque todo era tan fácil, tan inocente, tan frágil que parecía un sueño.

Las canciones, los viajes, nuestros planes, el recordarnos el uno al otro cuánto nos amábamos. Te juro que me sentía libre... tan feliz y libre que podía tomarte de la mano y sentir cómo éramos los dos contra el mundo, contra la vida, contra lo imposible.

Te amaba y tú me amabas, no era algo que pudiera negarse. Te apoyaba y tú me apoyabas, eras mi mejor amigo, me sentía protegida y te protegía hasta con la última gota de mi ser.

¿Y después? Bueno, jamás nos preparamos para nada más que no fuera querernos, ni siquiera para las pruebas que suele poner el tiempo; y a decir verdad, yo negaba que algo tangible o intangible pudiese destruirlo todo. Juro que como toda persona pequeña y soñadora, jamás hubiese imaginado que todo se derrumbaría.

Y luego de tanta felicidad: las peleas, la desconfianza, las traiciones. Después las lágrimas, el dolor, la impotencia, las venganzas. De la pareja perfecta pasar a ser dos extraños que se hieren y después se buscaban mutuamente para herirse de nuevo, como necesidad… necesidad de volver a ser lo que eran, necesidad de borrar los errores y volver a empezar, y en el fracaso de estos objetivos, volver a herirse.

Cualquiera como buen consejero que cree ser, dirá que eso no es amar, que es mejor seguir… y bueno, lo de seguir es verdad, pero quienes han pasado por lo mismo no me dejarán mentir cuando digo que es más difícil cuando la persona a la que amas, permaneció tanto tiempo a tu lado. El cómo ambos en algún momento parecían ser lo único que tenían mutuamente, cómo habían superado fuertes problemas con ayuda del otro, la manera en que un beso parecía ser la solución a la más angustiante de las situaciones.

Dudo que todos hayan tenido que pasar por ver cómo su mejor amigo, aquella persona que creían conocer tan perfectamente después de tanto tiempo y a quien llegaron a amar tanto, en un parpadear, ya no es más el mismo. 

¿Cómo dos personas que fueron tan unidas pueden abrir los ojos y encontrarse de espaldas, a la deriva? ¿Cómo pueden mirarse y saber que uno de los dos siente menos? y que ya no son los mismos que se amaron tanto, aunque aún quede la sensación de que todavía queda mucho por dar, muchas promesas que cumplir. Es como si todo lo que creyeras saber de la vida, todas esas leyes de lógica, resultaran no ser reales y de pronto nada lo es.Te encuentras en un mundo desconocido con la esperanza, pero al mismo tiempo la plena seguridad de que esta vez esa persona no te tenderá su mano y te ofrecerá un beso para calmar tus miedos.

Y aunque es bastante difícil, también sé que ese mismo amor… ya no lo quiero de vuelta.

No quiero de vuelta esa sensación de sentir que todo se derrumba si no estas.  No quiero volver a sentir inferioridad cada vez que sabía que hablabas con alguien más. No quiero las promesas que rompías a la primera oportunidad, ni los besos con los que creías solucionar todo. No quiero la maldita impotencia de no poder hacer nada.

No quiero encontrarme indefensa ante una situación a la que no sé cómo reaccionar… otra vez. No quiero perder a grandes persona por tu culpa, no quiero los planes, ni los sueños, ni nada que tenga que ver con esperar cosas que no pasarán. No quiero las mentiras ni tampoco la fe de creer que hablarás conmigo “mañana” para solucionarlo todo. 

No quiero ese tipo de amor en el que de verdad creía que todo se solucionaba con un beso, en el que ganar una guerra de “yo te amo más” era bueno, en una relación en donde no se supiera estar sin el otro. No quiero ese tipo de amor en el que de verdad creía que los planes serían un hecho pero nunca formábamos las bases para que así fuera. No quiero los celos, ni el llanto con el teléfono a un lado esperando esa llamada que tardaba horas en llegar.No quiero esa necesidad de esperar a que fueras tú el que tocara mi puerta y desilusionarme al ver que era alguien más.

Y sí, sí es más difícil dejar de amar cuando ves a quien amas cambiar física y mentalmente, pero no imposible y ahora lo sé. Sé que los errores se repiten muchas veces una vez que se cometen, que esperar algo mucho tiempo no te garantiza que suceda. Aprendí que las personas fingen amor para que otra persona no los olvide y que las promesas no valen nada hasta que ya no son promesas sino hechos.

No quiero ese amor de nuevo. Lo aprendí, lo superé , crecí, cambié y no sé si esto sea bueno. No sé si esté bien olvidarme de ti. No sé si tantos aprendizajes me volvieron fría y quizá ni tú ni yo fuimos los malos. Al final cada uno pensaba en sí mismo.

No quiero ese tipo de amor, no quiero volver a sentirlo, no así y hoy lo decidí. El tiempo dictará sus absurdas leyes y quizá te llegue a encontrar de nuevo, y espero… espero tantas cosas que ya no sé qué esperar. Sólo sé que fuiste mi primer amor y si eso es bueno o malo, nadie ocupará ese sitio.

Nadie me volverá a dar un tan perfecto primer beso ni las primeras ilusiones de lo que es el amor; nadie, ni siquiera tú de nuevo… adiós.

Escrito por: Mayeli Tellez

Un último favor

No ha sido fácil fingir que no me duele tu ausencia y después notar que mis ojos ya se encuentran inundados de ti.

Decidiste dejarme atrás aun cuando sabías lo que para mí significa. Intenté arreglar las cosas, traté de poner lo mejor de mí pero mi esfuerzo fue vano… no me elegiste. No quisiste luchar conmigo por nuestra historia. No te importó verme rota, con las mejillas húmedas y mi corazón en las manos extendidas hacia ti. No. en vez de eso sólo te diste la vuelta con rostro de vencedor y dejándome morir ahogada en la incertidumbre de no escuchar de tus labios ni una sola palabra de esperanza por ti y por mí.

Me dejaste con los recuerdos y con la sensación de que habría podido hacer que esto funcionara de nuevo. Me dejaste con la ilusión del supuesto amor eterno que sentías por mí y también la bofetada de realidad de ti, amando a alguien más.

El ardor en mi pecho como taladro me perfora el corazón poquito a poco, con cada canción, con cada oportunidad que se fue, con cada palabra que nunca te dije, con cada beso que no te di, con cada abrazo que nos hizo falta, con cada sueño en el que aparecías tú, con cada promesa que sé que jamás se cumplirá y con cada remordimiento al sentir que pude haber hecho algo por nosotros y no lo hice a tiempo.

Me duele, me duele como no tienes una idea. Las lágrimas se salen sin mi permiso en los momentos menos oportunos y en mi estómago se forma un nudo con espinas que mata a cada mariposa que llegó a revolotear por ti… las siento morir, y cada que una muere, me duele aún más.

Tú seguro ni siquiera piensas en mí en este momento. Quizá estés riendo con alguien más. Quizá estés tranquilo e ilusionado por otro amor. Quizá no te pasa por la mente lo que estás logrando en mí, lo que estoy sintiendo, y si lo piensas… seguro no te importa.

Me siento sin fuerzas, con culpas y enredada en pensamientos estúpidos. Me siento pequeña e indefensa… pero sé que es parte de vivir. Sé que hay miles de personas en el mundo sufriendo por cosas peores y siendo más fuertes que yo. Sé que mientras haya vida, hay muchas cosas por hacer, mucho que superar  y tantas cosas que aprender.

Así que te pediré un último favor, y ese favor es:

Cuando sepas que ya soy feliz de nuevo, no pienses en volver. Una vez que te marches completamente, no se te ocurra regresar.

No, porque este proceso me está costando demasiado llanto y dolores de cabeza. Porque es una constante lucha conmigo misma para demostrarme que soy fuerte y que mi fuerza de voluntad puede lograr todo… incluso olvidar el amor de quien juró siempre estar para mí y después se fue. Porque este tan destructivo sentimiento se transformará en fuerza algún día. Porque aunque el proceso sea lento y asfixiante, aunque haya  momentos en que siento darme por vencida y tomar el teléfono para saber de ti… sé que pasará.

No pretendas volver con algún argumento de perdón y un nuevo comienzo cuando esa idea ya la haya borrado con mis uñas como rascando una herida. Sólo eso te pediré. 

Si vas a irte, vete bien y no vuelvas, para que este sufrimiento  no sea en vano.

Mañana, cuando estés superado y no me duelas más, ni se te ocurra regresar a destruir la barrera que con tanto esfuerzo habré construido para ti.

Por favor.

Escrito por: Mayeli Tellez

Estoy renunciando a ti

¿Cuántas veces me he dicho que ya es suficiente? y de una forma u otra regresaba a tus brazos; pero esta vez es diferente, ya no puedo regresar, tú no eres el mismo y tampoco yo lo soy. Todo lo que una vez fuimos está impregnado sólo en recuerdos, en cartas y canciones, en miradas y promesas… pero ya no más aquí, contigo o conmigo.

Soy firme creyente de la frase ”enamorarse no es una opción, permanecer enamorado sí”  y con ello me refiero a que creo que cada persona, como dueña de sí misma, tiene cierto control sobre lo que siente. Y dejar de extrañarte, dejar de amarte, es una decisión que puedo tomar… o más bien, ya la tomé; y realmente quisiera que dijeras algo.

No digo que sea fácil, no digo que un día tome la decisión y al otro ya no te ame más, no. Eso sólo podría significar que nunca te amé y ambos sabemos que eso sería imposible, porque te di lo mejor de mí por mucho tiempo.

Son tantos momentos a tu lado que en ese instante creía eternos. Son las promesas de amarnos siempre y no permitir que esto muriera. Son todas aquellas cosas que vivimos juntos y sin duda dejaron huella en la memoria. Son las canciones que nos hacían pensarnos y son los lugares en que se quedaron muchas historias.

Era tu manía de jugar con mis dedos, morderme los labios y pasar tu dedo índice por mi nariz. Eran las caricias que nos estremecían y nuestros labios pidiéndose entre suspiros. Eran esas tardes de cine o simplemente ver la televisión desde el sofá.

Son los caminos rutinarios que tomábamos para ir juntos a algún lugar. Son aquél par de números a los que otorgamos  gran valor. Son las señas que sólo tú y yo entendíamos y también son las lágrimas de cada vez que creíamos que esto había terminado… hasta hoy, que todo indica que realmente terminó.

No es un proceso fácil el de dejar de amar. Es batallar día con día, es aguantar el llanto hasta que encuentras algún lugar seguro en donde nadie te vea llorar; es sentirte increíble por las mañanas y en algún momento de la tarde, para que al llegar la noche, caigas de picada y a gran velocidad estrelládote con recuerdos y nudos en el estómago. Es tener pañuelos a un lado de la almohada y retarte a ti mismo a ser  capaz de quitar de tu vista todo lo que te recuerde a esa persona, es tomar grandes bocanadas de determinación para no ver su última conexión y encontrarte minutos después observando su foto

No es fácil… de hecho, es bastante difícil; pero jamás imposible.

Muchas personas intentan dejar de amar pero se rinden a mitad del camino y declaran la paz ante el olvido. Y muchas otras, bueno, sólo fingen que lo intentan pero realmente nunca lo hacen. Luego estamos nosotros, los que sabemos que tenemos el control y que en el momento en que declaremos dejar de amar a alguien, comenzamos el proceso, aún sabiendo que es una de las batallas más difíciles que cualquier ser humano podría enfrentar; pero tenemos un punto débil, sin duda.

Y mi punto débil es… que quisiera que dijeras algo. Realmente quisiera que me pidieras seguir luchando. Pero no dices nada. Estoy en medio de aquel proceso en el que sé que puedo dejar de amarte aunque ahora me esté costando esta lucha, y es un gran paso que muy pocos saben dar. Sin embargo y aún con ese punto a mi favor, me duele que no sientas nada cuando ya te estoy diciendo adiós. Es como aquél paciente que está desahuciado y ya está preparado para morir, pero muy en el fondo sigue esperando un milagro.

Di algo, estoy renunciando a ti; pero ahora que lo pienso, ¿cuántas veces dijiste algo en el momento en que te quería escuchar?, ¿cuántas veces dijiste algo cuando sabías la razón por la que lloraba y aun así preferías sólo observar?, ¿cuántas veces dijiste algo cuando te pedía sinceridad? y creer que ahora lo dirás, lo sé, es estúpido; pero como aquél desahuciado, muy en el fondo espero un milagro aunque sepa que no pasará.

Seguro estás por ahí creyendo que te extraño y que jamás te voy a superar. O quizá ya no sea tan importante mi recuerdo y simplemente piensas en qué gastarás el tiempo mañana. Seguramente no tienes la mínima idea de que te estoy dejando atrás, de que cada día me dueles menos aun con aquellos episodios de debilidad cada vez menos recurrentes.

No tienes ni idea de que guardé lo que me recuerda a ti en una caja y que ya es muy rara la vez que me da por ver la foto que asignaste de perfil. No sabes que esta vez, por fin, realmente estoy renunciando a ti. No tienes idea… y por eso no dirás nada.

Sólo espero que cuando el proceso termine y gane esta lucha contra mí misma para ya no amarte, no estés por ahí en algún lugar, en los brazos equivocados; y  arrepentido de no haber dicho nada.

Escrito por: Mayeli Tellez

No me pidas que no llore

No digas que pronto pasará, porque un amor tan fuerte como el que siento no puede pasar tan rápido. No me culpes cuando creo que estoy mejor y luego recaigo, la mente es traicionera, y cuando menos lo espero, ataca con recuerdos.

Intento ser fuerte, juro que lo intento. Batallo como no lo imaginas, y es agotador. A veces reúno todo el valor que me es posible  y me digo a mí misma todas las cosas sinsentido que me dicen. Y  bueno, esos pensamientos no sobreviven mucho porque después me encuentro nuevamente pensando en todo lo que fue y pudo ser.

No pienso quedarme aquí estancada. No pienso vivir así siempre, no; pero sin duda, por ahora tan sólo necesito llorar todo lo que sea necesario, depurarme de esos pensamientos para que no se queden encerrados en mi mente.

¿Por qué nos dicen que llorar es para débiles? ¿por qué nos enseñaron a reprimir lo que sentimos y fingir sonrisas? es por eso que hay tantas personas por ahí, aparentando ser felices cuando por dentro están rotos. Y yo estoy rota, estoy destrozada y nadie vendrá mágicamente a sanarme. Nadie. Ni siquiera por quien me rompí en pedazos.

Ni el tiempo, ni un nuevo amor, sólo yo y mi fuerza de voluntad. Sólo eso puede salvarme.

Así que por favor, no me den falsos ánimos. No me digan que son tonterías. Mejor denme un abrazo o déjenme cuando quiera estar sola.

Lo amé tanto, quizá más de la cuenta. Le dediqué mi tiempo y le entregué gran parte de mi vida. Le compartí mis sueños y le di el mapa de mis puntos débiles. ¿De verdad pretendes que olvide todo eso en una semana? ¿en un mes?

No quiero decir que todo estará mal siempre, sé que después todo mejorará y me daré nuevas oportunidades. No quiero decir que no habrá por ahí una persona con quien pueda compartir mi felicidad o que jamás volveré a confiar como lo hice.

Intento decir que es mi lucha. Que es un proceso y no puedo saltar etapas porque después todo será peor. Intento decir que lloraré todo lo que deba llorar, para que cuando sonría, sea de la manera más franca. Intento decir que debo besar mis heridas para que sanen y no sólo ignorar que están ahí, habiendo peligro de que se infecten.

Tan sólo intento decir que me dejará de doler de poquito en poquito. Que me sanaré y seré fuerte cada día en esta constante lucha. Que amaré nuevamente cuando esté preparada y no sólo por venganza o por no sentirme sola.

No me pidas que sea fuerte cuando ya lo estoy siendo. Porque no conozco mayor fortaleza que el aceptar cuando estás destrozado, afrontar tu dolor sin atajos y tener el coraje de llorar lo necesario, sabiendo que te levantarás cuando estés preparado.

No me pidas que no llore… cuando es lo que más necesito.

Escrito por: Mayeli Tellez

Borrón y sonrisa nueva, eso era lo que necesitaba ella

Y a veces no me entendía ni yo misma, ¿cómo podía esperar que lo hicieran los demás?

Me cansaba de todo y nada. De dar y siempre estar para los demás. De insistir y luchar. Me cansaba de ser de las personas que quieren con todo su corazón, de esas que se entregan completas y que al final, solo le rompen el corazón.

Me desquiciaba no lograr sentirme llena, feliz, satisfecha. No encontrar paz. Temía no sentir más miedo por nada, mirar la vida pasar por enfrente de mis narices y continuar perdiendo el tiempo con situaciones y personas que verdaderamente no valían ni el minuto.

Deseaba tantas cosas pero no tenía nada. Me sentía cansada de tanto vacío y soledad. Frustrada de un sinfín de cosas que sabía no merecía pero aun así las tenía y no sabía cómo cambiar.

Me sumía en la tristeza cada día al caer el sol. La misma cama fría y vacía, las mismas paredes blancas y pálidas, los únicos ecos eran los que producían mi voz.

¿Cómo es que alguien puede llegar al punto de no apreciar para nada su vida?

Tenía más heridas que alegrías, un sinfín de cicatrices en la piel y en el corazón, miles de lagunas en la cabeza que no me dejaban en paz y en la espalda una losa llena de recuerdos dolorosos que no me dejaban avanzar.

Lo peor es que me daba por vencida, me sumergía en el agua y no me importaba respirar, pisaba el acelerador para sentir toda la velocidad sin miedo a donde fuese a parar. Nadie entendía mi locura, nadie, ni siquiera yo, tal vez sólo necesitaba amor pero a cambio solo obtenía dolor. Tal vez yo no me quería ¿cómo podía quererme alguien más? …

¨Ella sabía que se iba a estrellar… y aceleraba más¨. Quizás esta vez necesitaba que alguien la salvara, que alguien la defendiera, que alguien la cuidara, incluso de ella misma. Se había olvidado de sonreír y el sufrir se había vuelto parte de sus días, a ella le hacía falta amor, alguien que abriera de par en par su corazón y le mostrara que la vida tiene otro color. Borrón y sonrisa nueva, eso es lo que necesitaba ella.

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)

Derechos de Autor.

¡Qué fácil me había resultado quererla!

Qué fácil me había resultado quererla, tan fácil como ninguna otra. No se andaba con juegos de ignorarme para llamar mi atención, no ponía ninguna traba para que la quisieran; era sencilla y humilde y con un gran corazón, era transparente en sus pensamientos y emociones. Era honesta, sincera y directa. Brava, de esas que se le echa encima al que sea con tal de defender a las personas que ama. Era amorosa, de esas empalagosas que más que enfadar deseas que te hagan sentir especial. Era abierta, culta y a la vez simulaba que todo le daba igual, pero era ella, tan distinta e irreal, sin embargo, si lo era. Era fiel a sus sentimientos y a sus creencias. Un tanto bipolar, de esas que no terminas por comprender nunca pero más que quererte alejar te incitaba a acercarte más. Era de las que saben querer tal y como eres, de las que aceptan pero también te ayudan a mejorar. Era buena, auténtica, ella misma, única y completamente imperfecta pero real.

Había millones mejores que ella; más bonitas, más simpáticas, menos complicadas, más divertidas, más de sociedad y tal vez hasta más inteligentes y por mucho terminaban por enamorar a todos los hombres, mucho más de lo que pudiera hacerlo ella.

Sin embargo, ninguna te entendía tan bien, ninguna te ponía tanta atención o estaba en toda la disponibilidad de ayudarte, ninguna se preocupaba por ti como ella, ninguna te aceptaba con ese modo tan jodido y reseco que tienes de ser como ella. Era de las que siempre están presentes y los días en que no aparece, definitivamente terminas por echarle de menos. Podrías salir y hablar con otras pero ninguna te hacía sentir tan valorado e importante como ella. Valorado de verdad y es que ella es de las que te estudian, no importa si dices mucho o poco de ti, ella te observa, te evalúa y termina por conocerte tan perfectamente que acabas tan sorprendido de que exista alguien que invierta su tiempo para saber determinar tu estado de ánimo según tu saludo o tu forma de escribir. Ninguna tenía esa chispa especial ni esa locura sin igual que te hacía reír. Ninguna era tan loca, tan intrépida, tan arriesgada, tan ella, ninguna. Definitivamente había mejores, mucho mejores que ella, pero la realidad es que ninguna se le igualaba, de eso no había duda.


Ella no era hueca ni superficial, siempre tenía una opinión para cada tema, debatía, defendía sus ideales, incluso hasta se llegaba a molestar y es que era intensa, intensa en todo lo que hacía (eso sinceramente me atraía locamente).

Por más jodido que estuvieras te incitaba a ser mejor. Se preocupaba por ti como ni siquiera o tal vez sólo tu mamá lo hacía. Insisto joder ¡qué fácil me resultaba quererla! no importaba cuantas murallas hubiese construido para no dejarla entrar, no importaba mi frialdad e indiferencia, quererla no era opcional, era si o si, era un alma libre difícil de estacionar pero encantadora, lo era por más que a veces pareciera otra cosa. A veces sutil y a veces agresiva, celosa como ninguna otra, tenía de todo un poco, desde un principio sabía que jamás terminaría por descifrarla por más transparente que fuera y aunque quise alejarla aquí estaba, total y jodidamente enganchado a ella.


De algo estaba seguro, nunca le confesaría nada, seguiríamos siendo los leales e incondicionales amigos, no sé qué temía más: el hecho de que no encajara en mi mundo o yo no estar a su altura, éramos total y completamente distintos pero… ¡qué fácil me había resultado quererla!

 

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)

Derechos de Autor.

Te amo tanto como para no querer que te vayas, pero no como para rogarte.

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Fuimos una más de esas estrellas fugaces, que se ven hermosas, que llaman mucho la atención, y que pasan demasiado rápido y después se olvidan, no niego lo bueno que tuvimos juntos, y no voy a decir que todo el tiempo me la pase sufriendo a tu lado, ya sabes que eso de inmolarse por amor no es mi estilo, yo vivo el amor de una manera más práctica, más factible, sin tantas mariposas en el estómago, y con más acciones que palabras.

Eso de ir a entregarse completamente en el primer momento que conoces a alguien obviamente no es lo mío, me voy dando a medida que la persona me va demostrando su interés y su lealtad y si veo algo que simplemente no me cuadra me pongo en guardia y comienzo a esperar lo peor, sí ya sé que no soy la típica mujer que salta a los brazos del primero que le jura que la ama, y es que experiencias pasadas me enseñaron a cuidar más de mí y no ser tan estúpida y confiada, y creo que ser sensato es lo mínimo que puedes hacer cuando estas conociendo a alguien, por más que te guste esa persona lo conveniente es conocerle como es cuanto antes y desenmascararlo si es que es un mentiroso.

Así que lamento desilusionarte una vez más, sé que estabas acostumbrado a marcharte en alfombra roja, y que a pesar de que te ibas aquellas que estuvieron antes que yo te buscaron para rogarte que te quedaras y en pocas ocasiones “les brindabas una segunda oportunidad”, lo sé porque tú lo contabas con mucho orgullo, y en esta ocasión solo encontrarás una puerta abierta y nada más, no habrá lágrimas de mi parte, no voy a llorarte, y tan pronto como cruces esa puerta voy a comenzar a olvidarte, lamento desilusionarte pero tengo muy en claro que la persona a la que debo respetar más es a mí misma, y por respeto a mí no pienso rogarte, te di de mi lo que creí conveniente y no pienso que yo sea realmente el motivo por el que te vas.

No voy a negar que te amé mucho o más bien que aun te amo, y eso no te engrandece a ti, el cuanto llegue a amarte no tiene que ver directamente contigo si no con mi propia capacidad para amar, por eso no me da vergüenza admitir que aun te amo, pero también tengo claro que me amo aún más a mí, es por eso que no quiero que te vayas, pero no te voy a rogar que te quedes, y si te vas, será para siempre.

Autor: Sunky

Un ángel a distancia llamado ¨mejor amiga¨.

Me gusta pensar y creer que a pesar de la distancia siempre habrá ese lazo indestructible que nos mantendrá unidas. Que pese a todo siempre estarás para mí y me permitirás estar para ti. Que incluso aunque los años hagan su curso nunca nos convertiremos en dos extrañas con recuerdos en común y que nuestra amistad podrá sobrevivir al tiempo y la distancia.

Tengo fe en que en los kilómetros que nos separan, las ausencias, las diferencias, los conflictos, peleas, desacuerdos, los compromisos, tus amistades, las mías, las intolerancias, las fiestas, los vicios y el camino de cada una, no terminarán por vencernos y convertirnos en un ¨fuimos¨.

No somos hermanas de sangre pero el corazón nos ha otorgado ese título, las vivencias, las ocurrencias, las travesuras, los buenos y malos momentos, los secretos que compartimos y las alegrías y tristezas que vivimos nos han convertido precisamente en eso: hermanas.

Espero que nuestra hermandad siempre continúe así, llena de confianza, de cariño, de lealtad, tolerancia, paciencia y fidelidad.

Por mi parte siempre seré esa amiga que te aconseja, te regaña, que te lee y te escucha cuando más lo necesitas, cuando sientes que el mundo está en tu contra, siempre aplaudiré tus logros y lamentaré al igual que tú tus fracasos pero te alentaré a continuar.

Por tu parte, espero que nunca dejes de ser esa loca que me saca sonrisas incluso en mis peores tormentas, esa que a veces no sabe ni qué hacer con su vida pero aun así trata de ayudarme a poner en orden la mía. Espero siempre sentir tu apoyo incondicional en todo momento y sentirte cerca aunque estés tan lejos.

Hay amistades que nunca tienen final y la nuestra quiero pensar que es una de ellas. Que envejeceremos juntas y continuaremos contando todas nuestras aventuras. Que un día tus hijos me llamarán ¨tía¨ y los míos también te llamarán así. Y que sin importar a donde nos lleve el destino, estaremos la una para la otra, siempre.

Dichosos los que tenemos un ángel al cual le llamamos así, ¨mejor amiga¨.

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)

Derechos de Autor.

¿Vale la pena ser infeliz por alguien que no ha detenido su vida por ti?

No es malo echarle de menos al patán que no tuvo los hue… para cumplir sus promesas, entre ellas JAMÁS romper tu corazón.
Está bien abrir el baúl de los recuerdos de vez en cuando, rasgar un poco la herida pues al final terminarás por darte cuenta que has sido muy fuerte y valiente y que continúas de pie por ti y no por él.


No pasa nada si le vuelves a llorar y si en estado de ebriedad le vuelves a marcar, si envías un estúpido mensaje con la frase de ¨te extraño¨ y al siguiente día no puedes con la cruda moral porque como era de esperarse… él ya no responde más.
Está bien si le dedicas unos cuantos pensamientos al canalla que te hizo trizas el corazón.
Está bien dedicarle una que otra canción a ese que no vale la pena.
Nada pasará si pronuncias su nombre mil veces en un sólo día.
Si de pronto un recuerdo con él te hace reír o llorar.

Si tu piel aun no logra sustituir sus caricias y si en la intimidad le buscas en alguien más.
Es normal que le recuerdes, que le busques, le llames y no le dejes de pensar, pero dime ¿vale la pena ser infeliz por alguien que no ha detenido su vida por ti?

Está bien lamentarse por los días del ayer, tomarte tu tiempo para superar el duelo y sanar tus heridas. Está bien dejarte vencer unos días, caer en la melancolía y tropezar con su recuerdo de vez en vez, pero lo que no está bien es quedarte estancada y responsabilizar a alguien más de tu infelicidad.

No ates a nadie con tu sentir, quien ha de ser para ti se quedará sin que tú se lo debas pedir.

Ahora toma tus tacones, pinta tus labios color carmín y sal por ahí, ¡vive la vida y no olvides sonreír!

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)

Derechos de Autor.

El amor no es una droga ni se le parece.

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Creo que todos queremos una relación que nos marque de por vida, todos queremos tener recuerdos intensos sobre alguna persona con la que vivimos cosas irrepetibles, situaciones que escapaban a nuestra imaginación, con las que nos llenamos de deseos y pensamientos que nunca antes habíamos experimentado, todos queremos tener una buena historia que contar a nuestros nietos, y es por eso que muchas veces nos confundimos cuando encontramos personas que nos brindan relaciones así.

 

Creo que todos tienen claro que amar y querer no es igual, ¿pero realmente cual es la diferencia?, creo que todos podemos tener alguna experiencia que valoramos mucho, una situación en la que las cosas se salieron de control, que nos vimos sumergidos en un amor profundo y fuerte sin siquiera darnos cuenta, que sacó a relucir una parte de nosotros que no conocíamos, que nos volvió más locos, más atrevidos, que nos hacía sentirnos felices, llenos de vida, llenos de plenitud, en el que lo único que pensábamos era en estar el mayor tiempo posible con esa persona, ese tipo de relación que te hace sentir que el mundo puede rodar o partirse en mil pedazos siempre y cuando siga esa persona a tu lado, ¿te suenan este tipo de descripciones?

Ahora comparémoslo con la sensación de estar drogado o tomado, ¿no te ha pasado que comenzaste con una probadita y de pronto ya estabas sumergido en sus efectos?, que de pronto parecía que todo el mundo era mejor persona, de hecho casi podrías jurar que todos aquellos que te acompañaban en ese lugar te apreciaban muchísimo, aunque ni los conocías ni ellos a ti, compartías historias privadas con gente a quien ni le importaba, pero esa sensación de libertad era agradable, te descubrías haciendo cosas que nunca te imaginaste, mirando la realidad desde una perspectiva completamente diferente, eras feliz, y solo querías más y más, solo querías que la noche no terminará, si pudieras, quizás te gustaría permanecer en ese momento de tu vida congelada por siempre.

Pero tanto en el amor como en la borrachera llega el siguiente día, el siguiente día cuando todo termina, cuando sientes la resaca de los excesos que tuviste, y todas esas risas desaparecen, toda esa felicidad que sentías ahora ya no está, incluso puede que te arrepientas de alguna cosa que hiciste bajo los efectos de aquello que te hacia actuar con tanta libertad, este tipo de “amor” se parece a la bebida, porque cuando se acaban te sientes peor, y no quieres volver a saber nada sobre beber durante un tiempo.

El amor real viene de personas reales, y una persona real no puede estar todo el tiempo sonriendo, también tiene momentos en los que quiere llorar o ponerse serio, no puede estar todo el tiempo excitado, también hay momentos en los que prefiere más bien un trato tierno, o incluso un momento de soledad, una persona real no llega y te golpea tan fuerte que pierdes los sentidos, llega y te acaricia el alma y te das cuenta de que es el indicado simple y sencillamente porque tu vida es mejor a su lado.

Autor: Sunky

El príncipe está en donde no has buscado

Mereces un hombre de verdad, que no sólo te quiera follar pero que te folle, que te hable de amor, te lea poesía, que sea capaz de quedarse acurrucado a tu lado después de que ambos terminen extasiados.

Mereces a un hombre que, te persiga con la mirada, que te cele de los demás, que nunca te sienta segura y aunque te tenga, continúe conquistándote cada día y todos los días.

Mereces a un hombre que, no sea un fanfarrón, que no ande de flor en flor y que sepa lo que quiere.

Alguien que ya no se ande con juegos y que si algo quiere romper, sea tu blusa para hacerte el amor y no tu corazón.

Mereces un hombre triunfador, alguien que no se conforme, que siempre luche por salir adelante, un hombre con iniciativa, con visión, capaz de alentarte, de incluirte en sus planes, de tomarte de la mano para ir juntos a la realización de los sueños de ambos.

Mereces a un hombre capaz de prepararte el desayuno, alguien para quien seas su domingo en la mañana y no su noche del sábado.

Alguien capaz de dejarlo todo a un lado por quedarse junto a ti aunque no haya ningún plan emocionante que hacer.

Alguien que se pierda en tus pupilas. Un hombre que bese tus mejillas y su misión de cada día sea hacerte feliz.

Mereces un hombre de verdad, de esos que ya casi no hay o tal vez si, sólo que tu cierras tus ojos ante los buenos y continúas aferrada al mismo patán que nunca cambiará.

Mereces ser feliz con un hombre que valga la pena, los días y la vida.

El amor de tu vida puede estar ahí, justo en la dirección a la que nunca miras por enfocar tu vista en el mismo idiota que nunca habrá de madurar, en el que a todas les dice lo mismo y al que tus sentimientos le da igual.

Mereces al chico bueno, a un hombre de verdad… deja de besar patanes porque en el príncipe azul jamás se convertirán.

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)

Derechos de Autor.

La mala costumbre de confundir con amor, aquello que solo es carnal…

Todas las noches llegaba a casa como un ladrón, me tomaba en sus brazos y me hacía suya.

Me besaba desde los cabellos hasta la punta de los pies, haciéndome sentir así que le pertenecía de cierto modo.

Ninguno tenía nada aparte de lo «nuestro» pero aun así de sobra sabíamos que eso solo sería pasajero.

Yo ahogaba con él mi soledad y él satisfacía sus ganas. Ambos nos necesitábamos, ambos estábamos tan jodidamente rotos que, de cierto modo nos complementábamos y reparábamos.

Ambos éramos libres pero aun así en ocasiones pasábamos más tiempos en el nido que gozando de nuestra libertad, aun así lográbamos erizarnos la piel y se supone que esta le pertenece a quien la eriza, así que, si, él me pertenecía y yo a él, tal vez no por mucho tiempo, pero éramos el uno del otro.

Me acurrucaba en su pecho y su corazón latía como si enserio sintiera algo pero no, eso era una gran estupidez, de antemano yo le había dicho que no creía en el amor y que esto solo sería casual así que, ¿quién toma enserio a una chica que a la primera cita decide entregarse? Igual ya nada importaba, igual no esperaba que se enamorara, igual tampoco quería enamorarme pero igual comenzaba a sentir algo…

Si, sentía algo cuando sus manos recorrían mi piel, cuando inesperadamente llegaba a casa y me tomaba en sus brazos, cuando me besaba con loca pasión y al caer la noche se acurrucaba entre mis brazos después de hacerme el amor.

Pasábamos tanto tiempo juntos que era imposible no sentir nada, era mi amante pero no porque él estuviese en una relación sino porque ambos nos entregábamos con loca pasión, nos fundíamos en un mismo y juro que me olvidaba de todo el universo.

Terminó convirtiéndose en mi mejor amigo, mi compañero y mi confidente. Y aunque ambos reíamos y parecíamos ser felices, tal vez de los dos, yo era la única que comenzaba a sentir. Cuando más lograba acercarme, me apartaba de una manera cobarde, de una manera que terminaba lastimándome y cuando me decía ¡ya no más! De alguna u otra forma me hacía volver a sus brazos, caer en sus encantos y el juego comenzaba otra vez…

Quizás si era amor o tal vez sólo insistía en ir de error en error, confundir con amor aquello que solo es carnal, aun así él tenía en mi un cierto imán, porque por más que quisiera huir permanecía allí, en su mismo lugar.

Autor: Stepha Salcas  (Diario De Una Bipolar)

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